instintoancestral

Saboreando el despertar de ese instinto primario…

Volviendo a mis raices bailando con mi bebé… ¿qué te gustaría compartir con tu pequeño/a?

Estoy encantada y entusiasmada con este pequeño gran proyecto que pronto verá la luz.

Vuelvo a recuperar, una vez más, mi esencia como mujer y como heredera de una cultura de alta energía matriarcal. Y lo mejor: poder compartirla con mi hijo y otras mamás, mujeres en su esencia. Me imagino la explosión de colores que habrá alrededor de nosotras y nuestros bebés.

Gracias a una buena amiga, que ya es una buena amiga, será posible volver a nadar entre percusiones y sonidos exóticos. Vuelvo a abrir todos los poros de mi piel para recibir y dar, recibir y dar… movernos y mover a nuestros retoños para darles movimiento, darles calor y luz pura y recibir de ellos su sonrisa, su satisfacción, para recibir de ellos ese dulce alud de apego.

Aquí dejo también la presentación con todas las palabras y animaros a reflexionar sobre qué es lo que os gustaría compartir con vuestros pequeños/as, si es algo que en vuestra infancia disfrutastéis o no pudistéis disfrutar, si es algo que siempre os ha atraído o que últimamente os llama más… Sea lo que sea dejaros llevar por esa llamada y llevad a vuestro bebé con vosotras a disfrutarla.

Y si queréis podéis compartir con nosotras ésta llamada.

Bailando a la Luna con mi bebé.

Las mujeres se movían bajo la luz de la luna, en la intimidad de la noche dejaban su vientre al descubierto para que esa enigmática luz les diera fecundidad.

Es una de las teorías extendidas en un intento por entender los orígenes de esta danza, y una de las teorías más tiernas y melancólicas oralmente descritas entre las mujeres de origen oriental y del norte de África.

Actualmente se conoce la danza del vientre como un espectáculo hipnótico de movimientos rítmicos, pero existe desde las sociedades orientales más antiguas. Es una práctica habitual bailar esta danza en reuniones de mujeres con motivo de celebración: bodas, bautizos, Aid Kbir…, por propia experiencia os digo que no hace falta un motivo especial para que en una reunión se ponga música que envuelve el oído, que hace vibrar la sangre, dé un vuelco el corazón y el cuerpo reaccione moviéndose al ritmo que va y viene de una percusión llena de fuerza.

En una misma reunión se puede ver cómo evoluciona esta danza: abuelas  que bailan serpenteando sus manos y contoneando las caderas con una experiencia más que adquirida. Madres que se lanzan con una sonrisa a coquetear con el ambiente con sus manos también serpenteantes y que van y vienen de la cabeza a la cadera, miradas de complicidad entre ellas y sus mayores demostrando el poder femenino a través del lenguaje que hablan sus caderas, hombros, vientre… Un vientre experimentado en gestar y parir. Miradas penetrantes de ojos maquillados con khol llenos de vivencias y emociones. Miradas fijas en sus descendientes a las que llegan bailando con sus trajes vistosos y alegres y a las que rescatan para sumarlas a esa danza magnética. Jóvenes damiselas que mueven, algunas más expertas y otras menos, sus cuerpos intentando seguir tímidamente los movimientos que sus mayores están marcando. Finalmente algo que mi retina de niña retuvo: veo salir a 2 mujeres con bebés muy pequeños en sus brazos a contagiarse de la energía transformada que crecía como un huracán y allí estaban: bailando con sus retoños acompañadas y rodeadas de las demás mujeres que liberaban sobre ellas todo el amor de un instinto ancestral. Ellas sonriendo relajadas, tranquilas y los bebés parecían estar también en movimiento, a gusto, escuchando esa música que crecería con ellos. Los bebés bailando en brazos de mamá.

Son muchos los beneficios físicos y emocionales que esta danza aporta. Los músculos de todo el cuerpo trabajan para coordinar los movimientos. El vientre, que es el punto como mujer que más nos beneficia se abre, se deja sentir para recibir todo el poder necesario para ser más fuerte, para ser más respetado y oído. Para que lo conozcamos y dominemos qué pasa en nuestro cuerpo teniendo como centro ese triángulo milagroso de la mujer. A entender y tomar consciencia de la descendencia que heredamos y nuestras hijas heredarán de esas primeras madres que parieron y marcaron en nuestra genética esa naturaleza.

La danza del vientre nos ayuda a prepararnos para el proceso milagroso de la reproducción, nos ayuda en el embarazo a entender más a nuestro útero, a relajar las tensiones que podamos ir acumulando en la espalda, molestias en el bajo vientre, calambres en las piernas… Nos ayuda en el parto a mantener los huesos y músculos de la pelvis abiertos y en movimiento acompañando a nuestro bebé a que encuentre la posición necesaria para acomodarse y encuentre el canal de parto. Y en el postparto nos ayuda a relajarnos, a seguir escuchando nuestro cuerpo renacido después de parir, a sentir que somos alimento facilitando la subida de la leche. Nos ayuda a fortalecer y restablecer los músculos abdominales y pélvicos. Nos ayuda a entender que somos mamás y a alejar esas sensaciones de inseguridad que producen el estrés de una nueva situación.

Bailar abrazada a tu bebé te permite entrar en otra dimensión de la maternidad. Bailar abrazada a tu bebé despierta el primer y más puro amor que desde la Tierra emana y nos contagia. Abrazada a tu bebé puedes bailar sin cansarte, cantándole al oído, cantando a tu ser con los ojos cerrados y la sonrisa en los labios. Abrazada a tu bebé puedes sentir cómo volvéis a ser uno, a encontrar ese equilibrio de cuando le tenías dentro y a entender que es una persona que te necesita para empezar en esta vida. Abrazada a él puedes entender que a medida que crezca bailarás a su lado acompañándole en la vida para que sea un ser independiente.

Abrazada a él te llenarás de ese sentimiento que mamá Tierra reservó para ti: te llenarás del amor maternal a la luz de la Luna.

Abrazada a mi bebé, le bailo a la Luna agradecida de este poder.

05/01/2012 Y hoy pasarán los Reyes…

«Los Reyes Magos de Oriente (o simplemente Reyes Magos) es el nombre por el que la tradición denomina a los visitantes (tres según la consideración más extendida, esto se debe a la cantidad de obsequios ofrecidos) que, tras el nacimiento de Jesús, habrían acudido desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.

El evangelio sólo habla de magos, en ninguna parte se indica que fuesen reyes. Esta creencia apareció varios siglos después y se ha mantenido en la tradición popular. Tampoco se mencionan sus nombres en el evangelio.

Estos «magos», según la creencia católica, eran representantes de religiones paganas de pueblos vecinos que el Evangelio ve como las primicias de las naciones que aceptan, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación.[1]

En algunos países (normalmente hispanohablantes) existe la tradición de representar a los reyes trayendo los regalos que los niños les han pedido en sus cartas durante la noche anterior a la Epifanía. Pero en otros países se le llama «Pesebre» a toda esta representación»

FUENTE: http://es.wikipedia.org/wiki/Reyes_Magos

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Así encontramos una de las explicaciones a la leyenda de la existencia de los 3 Reyes Magos que veneran el nacimiento del niño Jesús.

La Navidad termina con la llegada de los Reyes Magos y su séquito de pajes, con los regalos que los niños hayan pedido.

Para mí es milagroso ver cómo los niños pequeños viven en una constante nube de ilusión durante estas festividades esperando a la culminación con el recibimiento de estos seres mágicos. Y, confieso que yo también lo sentía cuando era pequeña. Sí… es así… yo también sentía que era parte de esa comunidad tan extraordinaria que viven con pasión cada momento como si fuera el último: la comunidad de Peter Pan, de los niños (no de los que nunca crecen aunque nunca habría que dejar que ese niño se perdiera en los arbustos del mundo adulto).

Respiraba el ambiente del aveto en casa, porque también teníamos árbol de Navidad, fresquito, fresquito y bajo él dormíamos con mis hermanos durante las noches de estos días. Algunas veces con la música de las luces y otras sólamente con las luces. Ese rincón era nuestro campamento durante las Fiestas. Veíamos la programación de fin de año, nos echábamos a dormir allí cuando ya habíamos hecho las comidas pertinentes. Para nosotros el día más especial era Navidad: teníamos a mamá todo el día para nosotros, no tenía que trabajar y cocinaba para nosotros. Montábamos la mesa y nos sentábamos todos juntos tanto para comer como para cenar!!! ¡¡Y después bailábamos!! 5, éramos 5 los que nos juntábamos. Nuestra familia: mis padres, mis hermanos y yo. Ese era el milagro navideño para nosotros: nuestra madre estaba con nosotros toooodo el día y la noche.

Así como vivíamos las tradiciones de la tierra que acogió a mis padres y luego nos ha criado y dado calor a nosotros, así como vivíamos y sentíamos las festividades locales, participábamos en las obras de teatro «Els Pastorets» cada Navidad, participábamos con nuestros amigos en los concursos de pesebres, participábamos en las exhibiciones de los bailes populares de la comarca… también se han vivido las tradiciones de la cultura de la que procedemos. Y digo cultura y no religión porque yo lo entiendo así y así lo vivo. He tenido la gran suerte de heredar tradiciones de una cultura ancestral: la musulmana y casarla con la que he crecido y también es mía: la occidental (por fin conviven, pero sus guerras también se han librado).

Hablando de Reyes y hablando de tradiciones me vienen a la cabeza algunas de las que podría equiparar la ilusión de estos pequeños seres mágicos en fechas especiales: los cumpleaños también se celebran en la cultura de la que provengo y también se reciben regalos en el día de «Aid Kbir». ¡Ah! Aquí se celebran las comuniones y en la cultura musulmana se hace una gran celebración cuando los niños empiezan a introducirse en el Ramadán, incluso con ropa nueva y a las niñas ¡¡las maquillan y las peinan como si fueran pequeñas novias haciendo que se sientan princesas!! ¿Os suena? ¿Os suena similitud con las niñas que se «casan con Diós» haciendo la primera comunión aquí? Os aseguro que el sentimiento y la emoción de estas pequeñas personas tienen la misma intensidad de una a otra cultura, estoy segura que también en la mayoría de las otras culturas del mundo.

En mi caso ni hubo celebración el primer día que hacía el Ramadán ni, evidentemente, hice la primera comunión cristiana, ¿seré una hereje? Escribo «evidentemente» porque mis padres hubieran deseado que siguiera el camino del Islam en su forma religiosa pero las circunstancias y la vida misma no me llevó por allí. Experiencias y vivencias que me alejaban cada vez más de un camino religioso en cualquiera de sus variantes y en cualquiera de sus interpretaciones, ya sea islámica, cristiana, budista, imaginaros… si encima eres mujer… ello no quita que respete y admire el valor que se le da a este tipo de fe, pero sin extremismos, por favor.

Pero volvamos a los Reyes. Volvamos a ese recuerdo de mi infancia con olor a aveto fresco, elegido del bosque con sus raíces para luego ser devuelto. Porque el bosque era parte de nuestro pueblo, era parte de nuestro patio de recreo. Volvamos a esas tardes de Reyes en las que también teníamos a nuestra madre para nosotros y nos vestíamos nuestras mejores galas para salir a saludar y recibir caramelos de sus Majestades. Lo mejor era el orgullo de ir con esa mujer que nos había dado la vida, en pocas ocasiones podíamos disfrutar de ella dando un paseo, trabajaba de lunes a domingo normalmente para lo que hacen todos los padres que luchan por sus hijos: sacarnos adelante. Mientras íbamos detrás de la procesión para ver cómo finalmente llegaban a la cueva del niño Jesús mi padre se perdía entre los demás vecinos de pueblo. No entendíamos por qué, ya que luego volvía a reencontrarnos. Luego todos juntos volvíamos a casa y veíamos que habían preparadas unas galletas y unos vasos de leche. Alucinados, los 3 alucinados (bueno, mi hermano todavía era muy pequeño y creo recordar que no entendía muy bien nuestra fascinación). Nos explicaba mi padre que se trataba de un ritual que hacían los pajes: preparar los tentempiés de los Reyes antes de que pasaran. ¡Imagínate nuestra cara! Pero no podíamos dormir allí esa noche, bajo el árbol, porque no dejaríamos a los Reyes hacer su trabajo. Así que a cenar y a la cama cubiertos hasta arriba porque hacía mucho frío y estaba nevado fuera. En mi infancia era normal ver la nieve, era normal ir al cole con la nieve en los pies o salir a jugar con ella. Y en casa no teníamos calefacción así que a calentar la cama con bolsa de agua pero… me produce tal bienestar ese recuerdo… de acurrucada, segura, querida. Todavía era una niña… era más fácil tener esos sentimientos…

¡¡¡Bajo el árbol estaban los regalos por la mañana!!! ¡¡La leche y las galletas ya no estaban!! ¿Recordáis qué sentimientos, qué emoción, qué temblor de piernas y que vuelco de corazón al ver los paquetes? ¿Recordáis qué fácil era fascinarse, sonreir, abrazar, dar besos, mirar con amor e ilusión a los nuestros? ¿Podéis recordar eso, no sólo para el día de Reyes que vivíamos de pequeños sino para todos los días de nuestra vida? Yo aprendí a recordarlo, ya de adulta, a que la ilusión es algo con un valor incalculable pero a la que se tiene difícil acceso hasta que encuentras el camino. Yo aprendí a perdonar y aceptar que no pudimos tener más tiempo a mi madre a nuestro lado. Yo aprendí a recordar cómo suspirar por amor cada vez que viene a mi mente la carita más bonita que jamás haya podido ver. Yo aprendí a recordar a fascinarme cada vez que le tengo delante de mí y me mira fíjamente a los ojos para sonreírme, mis piernas tiemblan cada vez que me abraza, mi corazón grita y da saltos cuando me besa y aprendí a despertar a esa niña que llevaba tiempo dormida para vivir contigo, hijo mío la mejor de las celebraciones del mundo: tu nacimiento.

Tu llegada ha sido lo mejor que nos ha pasado, ahora nos toca a nosotros, tus padres acompañarte a que aprendas a sentir.

¡¡Feliz Reyes a tod@s!!

Hello world!

¡¡Bien por mí!!

Sé que a priori suena bastante ególatra pero no es así… La intención es felicitarme por haber hecho este blog…

Después de varios intentos y de perderme por los laberintos de la tecnología (todavía tengo que personalizar este blog) aquí está.

El título de este primer post viene como anillo al dedo. Así que: ¡Hello World!